No escribía con tinta.
Sino con la savia
De la noche eterna.
Con el limo que exudan
Cementerios olvidados.
Con la negrura que late
Tras nuestras pupilas.
No escribía en papel.
Sino sobre la corteza
De nuestros corazones.
Sobre el fuego y el hielo
Que animan nuestro espíritu.
Sobre los ignotos sueños
Que sostienen nuestra esencia.
¡Ni tinta ni papel!
Más bien ¡sangre y llamas!
Sombra errabunda…
¡Hiciste arder tu rica alma
Para convertirla en nuestro patrimonio!
¡Muy bueno, Daniel!
Un saludo
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Muchas gracias, Úrsula.
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De nada, Daniel!
Feliz semana
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