La bondad del corazón es una cualidad trascendente, pertenece a un orden de cosas que se eleva por encima de esta vida y es inconmensurable con cualquier otra perfección. Allí donde dicha bondad se da en un grado muy elevado ensancha tanto el corazón que éste abarca el mundo, en tanto que ahora todo está en ese corazón y nada queda fuera, dado que identifica a todos los seres con el suyo propio. Tal bondad procura frente a los demás esa indulgencia ilimitada que de lo contrario cada cual experimenta solo hacia sí mismo. Un hombre así no es capaz de exasperarse: Incluso cuando algo suscita el escarnio y la burla sobre sus propios defectos intelectuales o corporales, en su corazón solo se reprocha a sí mismo el haber sido la ocasión para tales expresiones y por ello sigue tratándolo del modo más cariñoso sin violentarse, albergando la firme esperanza de que se retractará de su error y se reconocerá a sí mismo también en él. ¿Qué valen ante esto el talento y el genio?
Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación. Comentarios. Vol II.
Espléndida reflexión. Me gustó mucho leerlo, Daniel. Un abrazo
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Muchas gracias, Úrsula. Otro abrazo para ti. Con los años cada vez me doy más cuenta de que ser un malvado no es buen negocio.
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… no es un buen negocio, no 😉
¡Buena semana!
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