Reflexiones sobre las ideas de Nietzsche (fragmento de mi diario)

Nietzsche me está volando la cabeza. Me he leído la Genealogía de la moral en dos o tres días y el siguiente libro no va a durar mucho más. Sus otros libros tienen ideas muy sugerentes e interesantes, pero no son sistemáticos en absoluto, van bailando de tema en tema y dejando casi todo a la mitad. La Genealogía de la moral, sin embargo, sí es un tratado exhaustivo y explora cada tema hasta el final.

La visión de Nietzsche sobre la humanidad es aterradora por su desnudez y su crudeza, es interesante observar cómo, línea a línea, Nietzsche disecciona el espíritu humano hasta sus últimas consecuencias. Es inevitable sentir pudor y también vergüenza al contemplar al animal humano en sí mismo, sin todos esos velos de engaño, sin todas esas estratagemas de ocultación. Tras todo ese aparataje de civilización, leyes y religiones lo que tenemos es poco más que un mono asustado, un animal que no sabe gestionar sus propias emociones. El sistema social no se lo permite, reprime sus deseos más violentos y rapaces (sus deseos realmente animales, sus deseos naturales) y convierte al depredador humano en un corderito. Lo peor de este lobo transformado en cordero es que sigue siendo un lobo, tiene apetitos de lobo, sueños de lobo. Sus instintos han sido humillados, quemados de raíz y su organismo, su inconsciente, se rebela ante ello. El lobo quiere ser lo que es y seguir su naturaleza, y no puede sino sentir desprecio por sí mismo al ver en lo que se ha convertido. De ahí surge, según Nietzsche, esa mala conciencia, ese sentimiento de culpa que tan bien han sabido aprovechar y conducir los religiosos y políticos. Esa insatisfacción constante del ser humano, ese malestar de fondo no sería otra cosa, pues, que el aullido lejano de nuestros olvidados instintos de depredador.

Todo el sistema moral, pues, sería un narcótico, un adormecedor de la naturaleza humana. No hay nada en él trascendente, nada que lo coloque por encima del hombre. La moral, como Dios o el alma, es un producto más de la inventiva del ser humano con vistas a su autoconservación. Por ello no solo no debe ser respetada, sino que debe ser dinamitada, demolida, y sobre sus restos edificar una nueva moral. Toda la filosofía de Nietzsche trata sobre esto.

Quiero hacer aquí un inciso y recalcar cómo todas esas tendencias y querencias adquiridas socialmente y por repetición de nuestros antepasados, como puede ser sentirse bien o mal por una acción, o apreciar la belleza de una persona o una obra, las sentimos como si vinieran de un lugar verdadero. Como si fueran objetivas, definitivas, incuestionables. Porque ¿Cómo lo que siento podría ser falso? Puedo errar al pensar, pero el corazón no se equivoca. Según nuestro amigo el corazón está tan programado como la cabeza. Lo que ahora nos parece bueno o malo, y nos hace sentir bondadosos o malvados, depende de la sociedad en que vivamos, de nuestra posición en ella y sobre todo de nuestra época y cultura. Todo es relativo hasta un extremo doloroso, casi enloquecedor. ¿Qué nos queda pues? La nada.

Lo que tenemos ahora, vaya. Esa crisis de los antiguos valores, con la ciencia cuestionando la fe y, a su vez, siendo una simple perspectiva sustentada sobre el abismo. Lo que se conoce como el nihilismo, el desierto de lo insustancial, donde las certezas son espejismos. Ése es el camino que recorre ahora el hombre. Su espíritu atraviesa los desiertos ¿Encontrará algo al final, podrá llegar a una nueva tierra?

No obstante, aunque la ciencia a nivel filosófico tenga un débil asentamiento y parezca que corta la hierba bajo sus propios pies, a nivel práctico su impacto es tremendo. No obviemos que de nuevas prácticas surgen nuevas ideas y que la cabeza influye sobre las manos en igual medida que las manos sobre la cabeza. Por tanto, la tecnología puede cambiar las cosas. En última instancia yo me pregunto ¿podrá el hombre superar sus instintos de depredador de forma natural? Es difícil ser optimista respecto a eso, sería un camino largo y penoso, pero no parece que haya otro. Modificar genéticamente al ser humano (cuando sea posible) no parece muy recomendable, ejercer ese tipo de coacción y violencia sobre la vida no suele dar buenos resultados. ¿Pero qué nos queda entonces? ¿Cómo canalizar esas violentas energías? ¿Cuánto tiempo deberemos soportar a nuestra bestia interior? ¿Cuánto tiempo deberemos sentir sus mordiscos y arañazos en nuestro espíritu y la humillación en nuestro corazón?

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