Aquel cielo

Los pechos de ambos se agitaron como volcanes a punto de entrar en erupción. Sintieron como un viento interior los arrastraba entre emociones solo atisbadas en sueños. Sus cuerpos palpitaban al unísono y sus conciencias volaban en un cielo cuyo aire compartían. Aquel cielo, nacido entre ellos, fue lo único que existió.

Y aunque no entendieran nada, el mundo entero cobró sentido.

Despegaron sus labios inexpertos y los dos adolescentes se miraron, asombrados.

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