Los pechos de ambos se agitaron como volcanes a punto de entrar en erupción. Sintieron como un viento interior los arrastraba entre emociones solo atisbadas en sueños. Sus cuerpos palpitaban al unísono y sus conciencias volaban en un cielo cuyo aire compartían. Aquel cielo, nacido entre ellos, fue lo único que existió.
Y aunque no entendieran nada, el mundo entero cobró sentido.
Despegaron sus labios inexpertos y los dos adolescentes se miraron, asombrados.
¡Maravilloso descubrimiento! 🙂
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Muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que te haya gustado. Y sí, es un descubrimiento maravilloso y creo que es bonito pensar que es algo que repite en todo el mundo, todos los días, innumerables veces; quizá ya no seamos los protagonistas pero podemos apreciarlo y disfrutarlo en cierto modo.
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¡Todos somos descubridores de lo hermoso…! 🙂
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La sensualidad de dos adolescentes perfectamente representada.
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¡Muchas gracias!
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