–Bueno, ya solo queda la última pregunta. ¿Cuál es su mayor talento?
–¿Mi mayor talento?
–Sí, en qué es usted bueno, qué es lo que se le da mejor.
–Pues mire, lo que sin duda sé hacer mejor es dormir.
–¿Cómo dice?
–Lo que oye. Puedo dormir doce o trece horas seguidas sin apenas esfuerzo. Tengo una resistencia en el sueño, un aguante, que no es ni medio normal. Ahí, en mi curriculum, puede ver mi amplia experiencia como probador de colchones.
–Ajá.
–Aparte, me quedo dormido en cuestión de segundos. Es una habilidad asombrosa. Creo que me viene de familia ¿sabe usted?
–Cómo es eso.
–Mi madre me dio a luz durante la siesta. Se echó después del almuerzo y cuando se despertó ahí estaba yo. Cuando me cogió en vez de llorar bostecé. Creo que esa experiencia tan temprana me marcó, desde que nací soy un gran atleta del sueño. También tengo una buena genética en ese aspecto. Y una educación excelente. La primera palabra que pronuncié no fue “mamá” o “papá”.
–¿Cuál fue entonces?
–Cama.
–Anda, qué curioso.
–Sí. Provengo de una familia de dormilones legendarios. Soy casi insuperable en las artes del descanso. Para nosotros vaguear es algo instintivo, no nos supone ningún trabajo ni requiere ninguna planificación. Si quiere usted me acuesto un rato, para que pueda observar una demostración práctica.
–No, no hace falta.
–Como quiera. Pero que conste que a mí no me importa.
–Bueno, la entrevista ha terminado, ya le llamaremos y le comunicaremos nuestra decisión.
–Estupendo. Por favor llámenme de cinco a cinco y cuarto de la tarde. Es cuando atiendo llamadas.
–No se preocupe.
–Bueno, me voy que llego tarde a la siesta. La vida del atleta del sueño es muy dura ¿sabe usted? La cama es una compañera de trabajo muy exigente.
–Tenemos su teléfono. Que pase una buena tarde.
–Eso seguro. Adiós.
Qué fantástico relato el de este dormilón, con un final abierto que deja con ganas de más, de una segunda entrega al menos (¿?) … un bebé que al nacer bosteza en lugar de llorar no puede ser otra cosa que un genio, y me hace pensar en esas profesiones del futuro que, al parecer, ni si se sabe todavía cuáles serán, así que ¿quién me dice que tu talentoso y legendario dormilón no recibirá al fin esa llamada de cinco a cinco y cuarto? 🙂
Supercreativo y divertido. Me encantó leerte, Daniel ¡Gracias! 🍃🍀
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Muchas gracias, Úrsula. Me alegra que te haya gustado. Se me ocurrió al acostarme, y no es broma. Pero la cama es tan blanda, suavita y cómoda que ya lo escribí por la mañana, jeje.
Pues a ver si al pobre le dan una profesión del futuro, porque en las del presente no lo veo yo claro.
¡Buena semana!
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¡Qué bueno!, esa forma u otra forma cualquiera en la que puede surgir un relato. Es genial, la verdad. Cada día me fascinan más los relatos cortos
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