Paraísos naturales

El curso de la vida está salpicado de pequeños paraísos, son momentos poco frecuentes pero por ello aún más placenteros. Cualquier cosa puede abrirnos una puerta a la maravilla, porque la verdadera puerta es un ánimo adecuado. Algo traído por los sentidos: un aroma, sonido o imagen hermosa. Algo traído por la mente: una emoción, un recuerdo feliz, una ensoñación. Incluso de la inconsciencia surgen a veces, como flores, las caricias del placer: los sueños agradables, o, simplemente, el descanso sereno. Es algo que sabía de sobra el viejo William Blake, así que a su memoria y gran enseñanza dedico estas líneas.

 

 

Quizá la belleza no sea más que un estado del alma

Una percepción relativa e insustancial,

Inexistente según todos los cálculos lógicos,

Una idea traslúcida que suplica realidad

 

Y qué decir del amor,

Apenas un chispazo inoportuno

Entre dos neuronas despistadas.

La ilusión de una ilusión.

 

Muy frecuentemente se oyen estas ideas

Sin embargo ¿Acaso hay algo real?

La única ocupación del ser humano

Es perseguir sueños y espejismos.

 

Por qué despreciar el espejismo más hermoso,

El sueño que nos mece hacia el paraíso.

¿Son mejores los datos de economía?

¿Más reales? ¿Más materiales?

 

El placer y la felicidad, la belleza y el amor son reales

Sencillamente porque uno así lo siente.

 

 

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